Cuando abiertamente
acepté mi bisexualidad a ojos de toda mi familia, parte de ella, me dieron
la espalda, utilizando palabras despectivas hacia mí, y negando este hecho. Fue una etapa muy difícil de mi vida, en la que me vi
sola, sin apoyo de mis seres queridos, y ante una injusticia como es el
desprecio de los más cercanos, por el hecho de estar enamorada de una persona
de mí mismo sexo.
Pero algo tenía claro, y era que no iba a ocultarlo, porque no es nada de lo que nadie debería ocultarse ni avergonzarse, aunque en pleno siglo XXI siga existiendo esa presión social que hace que reprimamos nuestros instintos más primarios, ya que vivimos en una sociedad heteropatriarcal donde salirse de la norma pasa factura.
Pero algo tenía claro, y era que no iba a ocultarlo, porque no es nada de lo que nadie debería ocultarse ni avergonzarse, aunque en pleno siglo XXI siga existiendo esa presión social que hace que reprimamos nuestros instintos más primarios, ya que vivimos en una sociedad heteropatriarcal donde salirse de la norma pasa factura.
Tras este hecho,
me vi con la necesidad de irme de casa, y pedí ayuda a otros familiares y
amigos. He de decir q por otra parte, tuve miedo al rechazo, me sentía
incomprendida en un contexto donde ser feliz provoca “miedo”, miedo al rechazo,
esa presión social que sin querer acaba metiéndote en su saco.
Pedí ayuda, y
otros familiares y amigos, me acogieron en casa llegándose a enfrentar incluso
a mi familia, por tal injusticia que estaba viviendo. Fueron muchas las
discusiones y enfrentamientos que tuve, y llegue a irme en tres ocasiones de mi
propia casa por el simple hecho de ser bisexual.
Quería trasmitir
esta vivencia porque creo que nadie debería contener sus instintos más
primarios, como es el querer, por temor a los prejuicios de esta sociedad, además
de que hay que luchar por que la homosexualidad, bisexualidad, transexualidad…
sean normalizadas y no invisibilizadas y juzgadas.
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